Javier Figueroa
30 oct 2024
Celebraciones del Día de Muertos ayer y hoy.
Javiercito que gusto me entrevistes de nuevo.
¡Ay, mortales! Vuestros festejos del Día de los Muertos han cambiado tanto que, a veces, hasta me río en mis huesos. Hoy, déjenme contarles cómo veo yo, la Muerte, la diferencia entre el ayer y el ahora, y cómo el Halloween ha metido su esquelético pie en donde no le llaman.
El ayer: En la antigüedad, el Día de los Muertos era un ritual sagrado, donde los vivos honraban a sus muertos con respeto y una pizca de humor.
En aquellos tiempos, cada familia preparaba ofrendas con pan de muerto, calaveritas de azúcar, mole, tequila y hasta cigarros, ¡todo para complacer a sus difuntos! Las almas regresaban a este mundo.
Y las familias se reunían para contarles las novedades, platicar y hasta llorar un poco.
Las ofrendas no eran sólo decoración, ¡eran invitaciones formales a una fiesta familiar en la que yo, la huesuda, me sentaba en la mesa como una vieja amiga!
El ahora: Hoy en día, ah, cómo han cambiado las cosas. Las ofrendas siguen ahí, pero más por tradición que por devoción.
Esas calaveritas de azúcar que solían hacerse a mano ahora vienen en empaque de plástico y sabor artificial.
Las fotos de los abuelos han sido reemplazadas por fotos de famosos, como si los espíritus de Frida Kahlo o Pedro Infante vinieran a beber su mezcal en cada altar del país.
Los colores son más brillantes, y las decoraciones más exageradas.
¡Hasta me dan ganas de ponerme lentes de sol para evitar el reflejo de tanto papel picado neón!
Y luego está Halloween: Ah, Halloween, el sobrino travieso.
Esa celebración extranjera que viene cada año como una tormenta de calabazas de plástico y dulces procesados.
Halloween y yo somos viejos conocidos, claro, pero es una relación… complicada.
Por un lado, me cae bien que los niños se disfracen de mí y vayan pidiendo “truco o trato”.
¡Les da un aire de respeto a mi trabajo! Pero, por otro lado, Halloween ha convertido la noche de los muertos en una fiesta de consumo, y me pregunto dónde quedó el respeto por los espíritus.
Halloween ha invadido el Día de los Muertos como una enfermedad viral, y ahora todo se mezcla: de Catrinas con sombreros de bruja, a calabazas junto a las ofrendas.
¡Hasta me han llegado a disfrazar de Frankenstein en algunos altares, imaginen mi indignación! Ya nadie sabe si está honrando a los muertos, pidiendo dulces o intentando salir en la portada de Instagram.
La comparación final: Antes, el Día de los Muertos era una fiesta de respeto y nostalgia.
Hoy, es una mezcla de mercadotecnia, colores brillantes y un toque de importación extranjera.
Eso sí, el espíritu sigue ahí, perdido entre selfies y decoraciones modernas, pero el ruido moderno y el influjo de Halloween lo han ahogado un poco.
La muerte en el pasado era un paso sagrado; hoy, soy una excusa para vender disfraces y chocolates de dudosa calidad.
Así que, queridos mortales, recuerden que yo sigo aquí, esperando mi turno, pero me gustan más las ofrendas sinceras que las luces de neón.
Que no se les olvide que este día es para honrar a quienes se fueron, no para asustar al vecino ni para alimentar a las redes sociales.
¡Nos veremos algún día, y créanme, yo preferiré que traigan algo de pan de muerto del bueno, y un poquito de mezcal!
Es todo Javiercito, Gracias por la entrevista nos vemos el próximo año.
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